11 abr 2007

¿Qué hago yo aquí?

Siguiendo la recomendación inicial del profesor acerca de qué tipo de contenido añadir al blog, incluyo a continuación una reflexión que nos encomendó a principio de curso:

¿QUÉ HAGO YO AQUÍ?

Bajo este sugerente título pretendo recoger las motivaciones que me han llevado a estudiar Magisterio en la especialidad de Educación Primaria.

En primer y único lugar están las motivaciones personales, que me parecen las más importantes ya que si uno mismo no está convencido de querer hacer algo, no lo conseguirá, o al menos no de la manera gratificante que yo busco. Las motivaciones personales las he englobado en dos grandes grupos, las motivaciones personales vocacionales, y las motivaciones personales que voy a llamar ajenas, por no pertenecer a la faceta vocacional indispensable a la hora de estudiar una carrera, y entre las que destacan el apoyo incondicional de mi familia y amigos que me dan ánimos cuando tengo dudas y una “frustración” que tengo como estudiante, ya que mi primera carrera “Titulada en Guión por la Escuela de Cinematografía y Artes Visuales de Ponferrada” fue un camino de rosas, algo que pude sacar sin esfuerzo, y me siento vacía, necesitaba estudiar algo que me supusiera un esfuerzo intelectual.

Mi vocación. Desde pequeña me ha gustado tratar con niños pequeños. Se puede decir que “se me dan bien”. Ésta es una expresión muy socorrida cuando no sabes de dónde provienen tus habilidades a la hora de comunicarte con los niños. No sólo sé cómo ejercer de figura con autoridad, sino que también me consideran “una más” ya que no me importa involucrarme en sus juegos y fantasías, siempre y cuando establezcamos unas normas básicas como que a los 20 minutos de saltar, me canso, y voy a parar, etc.
Ya despuntaba mi vocación docente en los años en que yo cursaba primaria (por aquel entonces aun era la E.G.B.), los días de fiesta o no lectivos en el colegio al que yo asistía tenían un programa de “servicios mínimos” para los padres que no pudieran tener a los niños en casa; pues bien, con el permiso de la directora del centro, yo acudía a todos los días en que hubiera servicios mínimos porque a los “mayores” nos dejaban cuidar a los de infantil en la siesta, aquella sensación de responsabilidad me resultaba una inyección de autoestima que aun hoy en día me gusta recordar.
En los años posteriores, y como casi cualquier chica joven que empieza a querer ganarse la vida ejercí como canguro, o más bien como compañera de juegos de unos cuantos niños. No se puede comparar a una enseñanza escolar, pero se aprende mucho. De hecho, aprendí que las voces generan más llantos y más voces, y que la paciencia es una virtud que no solo no se debe perder, sino que se debe trabajar a diario para conservarla como un tesoro.
En la temida época de la pubertad, más concretamente en la “edad del pavo” mi vocación docente se vio eclipsada por una mucho más artística, que era mi vocación escritora/actriz. Cursé unos estudios que me llevaron 4 años de mi vida y que me aportaron una grata experiencia vital y una desastrosa experiencia laboral. Fue al regresar de Madrid, donde estuve trabajando, cuando descubrí lo que quería hacer en mi vida.
Mis años de teatro escolar, me sirvieron para entrar a formar parte del elenco de monitores de teatro en la Diputación Provincial de León, y fue ahí, durante esos 3 meses del año 2005 (y otros 3 en 2006 y espero que en 2007) cuando mi vocación me golpeó con toda la fuerza posible tanto psíquica como sentimentalmente. El trabajo con los niños me resultaba muy estresante, tuve problemas de tensión, los nervios llegaron a vencerme alguna que otra vez, pero, a pesar de todo eso, el resultado, el agradecimiento de los niños y el verles representando una obra y poniendo en práctica lo que yo les había enseñado, eso, repito, fue la mejor sensación que he tenido en mi vida. Gratificación personal, recompensa al esfuerzo (en unos casos no, pero no me importa), “subidón” de autoestima… todo esto me hizo replantearme seriamente mi futuro y decidí entrar a formar parte del pequeño grupo de personas que empiezan la universidad después de haber dado vueltas por la vida sin una dirección concreta. Y gracias a haber encontrado el camino, empiezo con más ganas de las que nunca he tenido por hacer nada.

Hay una pregunta que cabe en ésta reflexión y es ¿porqué educación primaria y no infantil u otras especialidades?. Puede tratarse de una elección egoísta, ya que, aun sabiendo que es la edad en la que más importancia tiene la enseñanza pues es donde se forjan los hábitos de estudio y sociales, y el carácter de los alumnos, a pesar de todo esto, me parece la edad en que los niños son más “cómodos” de tratar. Con “cómodos” me refiero a que es la edad en que están (desde mi particular punto de vista basada en mi experiencia) más abiertos a nuevas experiencias, es una edad en la que son conscientes de hacer alguna cosa mal o bien, y, para mí lo más importante es que en esa edad, los niños comprenden lo que les dices, te entienden y te escuchan (cuando quieren, pero lo hacen y aprenden de ello).
La educación infantil, educación especial, educación física, etc. son especialidades que no me llaman la atención tal vez porque están, precisamente demasiado especializadas. Los niños de infantil, me encantan, pero no sería capaz de enseñarles nada ya que, pese a tener una gran paciencia, supongo que al tercer lloro acabaría yo llorando con ellos, sería simplemente frustración, ya que no sería cosa del niño, ya que si llora es mi obligación que no lo haga. La educación especial, y aquí sí que es egoísmo puro, no podría realizarla porque me afecta mucho cualquier tema relacionado con discapacidades, incapacidades, etc.
No obstante, en los cursos posteriores, y dependiendo de cómo lleve el primer curso pretendo simultanear estudios y realizar otras especialidades, inglés la primera y es posible que audición y lenguaje la segunda.

Cabe esperar que una persona que como yo ha dicho estar tan segura de lo que desea hacer en ésta vida pudiera encontrar motivaciones suficientes para llenar mil páginas. Considero que lo que he dicho es lo esencial y es lo que más claro tengo. Podría tratar de llenar el resto del espacio con vagas referencias a lo que espero que me aporte la carrera o lo que haré en un futuro, pero lo más importante ya está dicho. Es una elección vocacional, muy reflexionada y que supone un nuevo comienzo en mi vida.

1 comentario:

ali dijo...

Hola Alex,soy ali...bueno decirte lo primero que deduzco por la reflexión que lo tuyo si es una vocación verdadera y estoy segura que con los planteamientos que tienes serás una buena maestra de primaria. Por cierto, esto de los blogs es algo que me apasiona.Yo también tengo uno dedicado a la enseñanza/aprendizaje de las matemáticas,(ideal para maestros/as). te dejo la url vale? http://www.apereza.wordpress.com (échale un vistazo) Un saludo.